domingo, 10 de mayo de 2015

Dichato 2010




Santiago 3 de Marzo 2010.
Pedro Aranda Astudillo
La tierra eligió a Chile…

Para también expresarnos su dolor con su palabra demoledora e implacable. Su grito es por tanto abuso que le hemos dado. Ya otros países han sufrido anegamientos, ciclones, aluviones recientes pero, este terremoto incluso provocó una alteración al eje del planeta en su órbita solar. La preocupación internacional, su solidaridad ha sido excepcional con nosotros porque dimensionaron sus rasgos casi apocalípticos.
Y así también, quienes lo vivimos, se nos pasó por el alma aquello de que “hasta aquí no más llegamos”, cada cual sintió que la muerte se le avecinaba, hasta sentir “el fin de este mundo”. El mundo es precisamente lo que estamos viviendo, mientras otros viven otros mundos.
Cuando todo parece desplomarse, todo nuestro tener y logros son reductibles a la nada misma, emerge la pregunta desde las entrañas: ¿para qué hemos vivido para un final desastroso?, ¿y, ahora qué?, ¿vivir en la cuerda floja?. Preguntas insoslayables que se agolpan sólo cuando las desgracias nos avasallan.
Nuestro país está enorgullecido de aproximarse ya a los horizontes del desarrollo económico, estar “entre los grandes”. Esta ascensión esplendorosa nos embriagó sin darnos cuenta o sin querer darnos cuenta de los costos que ha implicado para nuestra calidad de vida.
Santiago es una de las capitales del mundo con mayores problemas de salud mental. La vida provinciana también se contagia. Los estudios internacionales de nuestra calidad de vida demuestran que los valores humanos se están esfumando: confianza en los demás, la amistad, el respeto, la vida familiar con sus reveses de la agresividad competitiva creciente, las diversas adicciones que aparecen en edades tempranas, las frustraciones sociales que irrumpen como bombas de racimos. Todo ello manifiesta una clara distorsión de cómo concebimos la felicidad humana.
Recordamos la actuación de nuestro genial humorista Coco Legrand en el festival de Viña, comentario unánime: “nos roció a todos”, nos hizo un análisis de cómo estamos viviendo en Chile, le celebramos que nos hiciera reír de nosotros mismos, de tantos comportamientos ridículos que hemos incorporado.
El terremoto nos apagó la risa para que de veras nos tomemos en serio de las opciones que estamos asumiendo. La reconstrucción obliga ya a readecuar los múltiples proyectos que se aspiraban. Esta macro tarea de reconstrucción sea la oportunidad de reestibar nuestros valores por una vida más humana, de rescatar la confianza entre las personas.
No deja de ser elocuente que ahora las personas que vivían con indiferencias entre las vecindades ya se están saludando. Obliga a pensar que cuando sufrimos carencias básicas mutuas nos damos cuenta que el mundo lo hacemos con los demás y para los demás y no para usufructuar de los demás. Nos revela que ante las carencias nos acercamos y que nos alejamos, nos distanciamos de los demás cuando cada uno vive su paraíso.
Quizás nos habremos acostumbrados a creer que la tierra es nuestra sirvienta, que es sumisa a las ambiciones humanas, sin embargo, constantemente nos dice que estamos equivocados. ¿Llegará el día que la tratemos como se trata a una verdadera madre?. Que con ella podemos re-descubrir la felicidad que buscamos

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